jueves, 7 de octubre de 2010

Si no funciona, da igual que sea bonito

La semana pasada experimenté la enésima lección del marketing: si no funciona, da igual que sea bonito.

Estaba en el avión que llevó a nuestra selección de fútbol al Mundial de Sudáfrica. Una pintada muy bonita desde fuera, un avión muy grande y, como plato fuerte, una webcam en la cola del avión que permitía ver lo que pasaba alrededor del mismo. 

Sin embargo, a la hora de despegar, no arrancaba el motor. Nos pasamos una hora en la pista esperando a que se arreglase el problema pero, eso sí, todos veíamos al mecánico trabajar desde las pantallas del avión gracias a la webcam.

Mi hermano se encargó de confirmarme la lección con la siguiente afirmación: "por mi, que se ahorren el dinero en webcams, yo lo que quiero es que el avión arranque".

Quizá nos pasamos demasiado tiempo pensando cómo podemos hacer lo que ya hacemos pero más bonito cuando, deberíamos preguntarnos cómo hacer mejor lo que ya hacemos. Todo debe ir encaminado a la satisfacción del cliente. Si el cliente no lo aprecia, mejor no derrochar tiempo y dinero.

Cuando tenemos confirmado que el cliente está satisfecho, es cuando deberíamos caer en que el diseño importa, pero no antes.

  1. ¿Preferís algo funcional o bonito?
  2. ¿Percibís que nos rodean más productos bonitos o funcionales?
  3. ¿En algún caso debe primar el diseño sobre la funcionalidad? 



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